Aneurisma y otras enfermedades de los vasos cerebrales

El aneurisma cerebral es una vasodilatación arterial en el cerebro. Debe tratarse quirúrgicamente, pues de lo contrario puede provocar una hemorragia cerebral.

Aneurisma

Aneurisma cerebral

Un aneurisma cerebral es una protuberancia en forma de saco de un vaso cerebral. La debilidad de un vaso de este tipo puede ser congénita o adquirida. Si la pared delgada se rompe y el aneurisma estalla, puede producirse una hemorragia peligrosa en los espacios del líquido cefalorraquídeo (hemorragia subaracnoidea).

Cada año, hasta 700 personas sufren una hemorragia de este tipo en Suiza. Sin tratamiento, cerca del 45% de los pacientes mueren en el primer mes tras el suceso. Entre el 20% y el 30% de los supervivientes sufren discapacidades permanentes de moderadas a graves. Por estas razones, la detección, seguimiento y/o tratamiento de un aneurisma existente es de gran importancia.

Los equipos neurovasculares interdisciplinarios determinan individualmente para cada paciente el mejor tratamiento posible (espiralado o clipado).

El clipaje es un método quirúrgico para tratar un aneurisma de este tipo. El neurocirujano coloca una pequeña pinza en el cuello de la protuberancia para detener o prevenir la hemorragia.

La espiralización, un procedimiento mínimamente invasivo para tratar aneurismas, consiste en introducir pequeñas espirales recubiertas de platino en la protuberancia con ayuda de un microcatéter que se introduce por la ingle. Así se coagula la sangre de la protuberancia y se cierra el aneurisma.

En un equipo interdisciplinario de neurocirujanos, neurocirujanos neuroendocasculares o neurorradiólogos intervencionistas, se determina individualmente para cada paciente la mejor terapia posible, en función del tipo y la forma del aneurisma. Tratamos todo el espectro de enfermedades vasculares de la cabeza y el cuello, la médula espinal y la columna vertebral. Nuestro equipo participa en los servicios de neurocirugía y neurorradiología intervencionista, por lo que trata urgencias como hemorragias subaracnoideas por rotura de aneurismas, hematomas intracerebrales y subdurales, así como accidentes cerebrovasculares isquémicos agudos de grandes vasos cerebrales.

Malformación vascular cerebral

En el cerebro puede haber -a menudo congénitos- ovillos y cortocircuitos de vasos. Una malformación arteriovenosa (MAV) de este tipo conlleva el riesgo de hemorragia cerebral. Afecta sobre todo a personas de entre 20 y 40 años.

En el 40% de los casos, la hemorragia es el primer signo de la enfermedad. Sin embargo, la MAV también puede revelarse a través de crisis epilépticas, cefaleas o déficits neurológicos, como parálisis.

El tratamiento de una malformación arteriovenosa se determina individualmente para cada paciente y puede incluir medidas quirúrgicas, radiológicas intervencionistas y radioterapéuticas.

El grupo de las llamadas enfermedades cerebrovasculares incluye toda una gama de cuadros clínicos muy diferentes que pueden presentarse de forma aguda, es decir, muy repentinamente, o de forma crónica y con síntomas de evolución lenta.

Enfermedades cerebrovasculares

El aneurisma es un ensanchamiento o abombamiento patológico de la pared vascular en la zona de las arterias cerebrales. Una rotura repentina (rotura del aneurisma) puede provocar una hemorragia cerebral potencialmente mortal. Este tipo concreto de hemorragia se denomina hemorragia subaracnoidea (SAB) y es una situación de emergencia aguda. Sin embargo, los aneurismas cerebrales también pueden detectarse por casualidad en el transcurso de una tomografía computarizada o una resonancia magnética del cerebro (por ejemplo, en el esclarecimiento de cefaleas inespecíficas) antes de que se produzca una rotura.


Por desgracia, el pronóstico de la rotura de un aneurisma es muy desfavorable. La mitad de los afectados mueren a pesar del tratamiento. En el 40% de los afectados persisten los trastornos neurológicos y sólo un 10% sobrevive sin daños permanentes. Por lo tanto, un aneurisma recién descubierto debe aclararse y revisarse o tratarse.

¿Qué es una malformación AV?

Una malformación arteriovenosa (abreviada como malformación AV) es una malformación congénita del sistema vascular que suele afectar a los vasos del sistema nervioso central. Consiste en la formación de una fístula entre arterias y venas, lo que significa que la sangre arterial pasa directamente a las venas. En el cerebro, esto significa que en las proximidades de dicha fístula, por un lado, falta sangre para el suministro de oxígeno al cerebro y, por otro, la presión sanguínea en las venas aumenta peligrosamente. Así, de forma similar a la rotura de aneurisma descrita anteriormente, en determinadas circunstancias puede producirse una hemorragia cerebral potencialmente mortal. Por lo tanto, incluso en el caso de una malformación AV recién diagnosticada, el procedimiento posterior debe planificarse y discutirse detalladamente.

La apoplejía

En Suiza, unas 16.000 personas sufren cada año un ictus, también llamado apoplejía cerebral. Puede desencadenarse por la oclusión de un vaso cerebral y/o una hemorragia. Las causas más comunes son trastornos circulatorios con formación de coágulos o hipertensión arterial.


El ictus también es una situación de emergencia aguda en la que hay que hacer un diagnóstico rápidamente e iniciar la terapia adecuada. Esto depende del tipo de ictus. En el caso de un ictus causado por una oclusión vascular, se suele realizar una terapia de lisis, en la que se disuelven los coágulos de sangre con medicamentos. En cambio, las hemorragias, que ejercen una gran presión sobre el tejido cerebral debido a su efecto de ocupación del espacio, a menudo deben tratarse quirúrgicamente.

¿Qué es un hematoma subdural?

Un hematoma subdural es una hemorragia o hematoma por debajo de las meninges duras. Se distingue entre una forma aguda, que suele aparecer tras lesiones graves en el cráneo, y una forma crónica. Un hematoma subdural crónico suele desarrollarse con un retraso de entre dos y cuatro semanas tras lesiones craneales leves, como una caída con impacto en la cabeza. Más raros son los casos espontáneos causados, por ejemplo, por ciertos medicamentos o enfermedades secundarias que provocan alteraciones de la coagulación sanguínea.


Los signos de un hematoma subdural pueden incluir cefaleas agudas o que aumentan lentamente, deterioro de las capacidades mentales (déficit neurocognitivo), crisis epilépticas, trastornos del habla, parálisis y trastornos de la marcha.

Un hematoma subdural agudo grande o que aumenta rápidamente de tamaño es una urgencia que puede tratarse rápidamente abriendo el cráneo y aliviando el hematoma. Sin cirugía, el pronóstico es desgraciadamente desfavorable. El hematoma subdural crónico suele tratarse con cirugía menor. El pronóstico es mucho mejor que en la forma aguda.

¿Qué es un conflicto neurovascular?

Los conflictos neurovasculares también se denominan síndromes de compresión nerviosa y describen un cuadro clínico en el que un vaso sanguíneo arterial o venoso ejerce presión sobre un nervio. En la cara, esto puede afectar al nervio trigémino (5º par craneal) o al nervio facial (7º par craneal). Esto provoca un dolor facial masivo, a veces insoportable (neuralgia del trigémino) o contracciones incontrolables de los músculos faciales. Las molestias suelen producirse en un lado y ejercen una enorme presión de sufrimiento sobre los afectados.


Existen enfoques medicinales y quirúrgicos para el tratamiento de un conflicto neurovascular. En el caso de la cirugía, también se dispone de "procedimientos de alta tecnología" como la neuronavegación intraoperatoria en combinación con un microscopio quirúrgico de alta resolución y neuroendoscopia, la obtención intraoperatoria de imágenes mediante ultrasonidos, resonancia magnética (RM) o tomografía computerizada (TC), así como la monitorización neurofisiológica intraoperatoria.

Las enfermedades neurovasculares o cerebrovasculares son todas aquellas en las que una zona del cerebro o de la médula espinal está o puede estar temporal o permanentemente afectada por una hemorragia o una restricción del flujo sanguíneo. Los trastornos circulatorios pueden deberse a vasoconstricción (estenosis), formación de coágulos (trombosis), obstrucción (embolia).


Para el diagnóstico de estas enfermedades, utilizamos sobre todo la angiografía por tomografía computerizada (ATC), la resonancia magnética (RM) y la angiografía (ARM) y la angiografía por catéter (ASD).

Aunque la ATC y la ARM no invasivas pueden visualizar los vasos sanguíneos de la cabeza, el cuello y la médula espinal, los detalles suelen ser insuficientes en casos de aneurisma o malformación vascular. En estas situaciones, puede ser necesaria la angiografía por catéter. En este procedimiento, se introduce un catéter en una arteria de la ingle y desde allí se guía hasta los vasos sanguíneos del cuello. Una vez colocado el catéter, se inyecta un medio de contraste y se toman radiografías. El resultado es una imagen detallada del sistema vascular que suministra sangre al cerebro. Así podemos determinar el tipo de tratamiento adecuado.


Nuestros especialistas
René L. Bernays
Prof. Dr. med.
René L. Bernays
al perfil
Javier Fandino
Prof. Dr. med.
Javier Fandino
al perfil
Gerasimos Baltsavias
PD Dr. med.
Gerasimos Baltsavias
al perfil
INFORMACIÓN

Caso del paciente
Más información